Antiguamente la geometría era considerada un arte sagrado. En el
antiguo Egipto ya demostraron tener un conocimiento realmente elevado
de todo un sistema numérico para describir la relación tierra y universo,
deduciendo que sólo una inteligencia superior podía ser la autora de su
creación. Esto dio origen a una serie de creencias y religiones
monoteístas que consideraban a Dios el Gran Geómetra del Universo,
por eso a través de la Arquitectura el hombre ha querido elevarse y
acercarse a su creador construyendo templos que intentan reproducir
una imagen de este universo, como pueden ser las catedrales, donde y
son representadas desde la tierra y el sol, hasta los animales, las
plantas, los trabajos y la sabiduría del hombre, la historia natural y la
sagrada . Estos edificios eran verdaderas enciclopedias visuales, muy
diferentes de algunas actuales construcciones, que más bien reflejan
una visión muy personal del arquitecto. Todo este sistema de
construcción no hace más que intentar explicar lo invisible, mediante el
visible. La construcción comenzaba con la orientación del templo por un
método descrito por Vitrubio, donde se ponía un palo en el centro de un
círculo, la separación máxima de la sombra de la mañana y la de la tarde
marcaba el eje este-oeste, dos círculos centrados en los puntos
cardinales marcaban la intersección de los ángulos del cuadrado,
llamando a esta operación, la cuadratura del círculo y sobre esto se
proyectaba el edificio. Estas dos figuras, el cuadrado y el círculo son los
símbolos primordiales de la perfección divina, por su relación del círculo
con la esfera en la que todos los puntos son equidistantes,
representando la unidad y la perfección de Dios, el cuadrado con el cubo
es la imagen de la inmutabilidad, de la creación en el espacio de las tres
dimensiones. Esta relación de la esfera y el cubo es la base donde se
fundamentan los templos. Si pasamos del plano horizontal al vertical, o
sea de la geometría plana a la del espacio, veremos que todo el edificio
se reduce al esquema de la esfera o la semiesfera en la cúpula, y los
cubos formando la cruz acaban dando la forma en el edificio; si trazamos
una vertical del cubo central hasta la vuelta tenemos el paso del terrenal
(el cubo) al celestial (la semiesfera), es este dinamismo interno del
templo lo que sirve como base para la elevación de la conciencia. Platón
en el diálogo de Timeo y remontándose a la escuela Pitagórica ya se
refiere a la relación de Dios con la geometría, las matemáticas y la
música, como el Gran Arquitecto del Universo. San Agustín en su tratado
de música, expone la teoría de que la música y la arquitectura son
hermanas, hijas del número y de la armonía eterna; los constructores de
la Edad Media ya conocían la analogía entre la proporción arquitectural y
los intervalos musicales, utilizaban el número llamado de oro 1.618 = Pfi,
llamado también la proporción divina o áurea, que es una constante en
todos los seres creados.
LA GEOMETRIA SAGRADA
RVM