El
ave
Fénix,
una
de
las
leyendas
más
popularizadas
de
toda
la
historia,
y
un mito que todavía sigue siendo uno de los símbolos de hoy en día.
Encontramos
las
primeras
referencias
en
Egipto,
en
la
personificación
de
la
divinidad
solar
que
recibía
el
nombre
de
Bennu,
presidía
la
carrera
diaria
del
sol
a
la
ciudad
de
Heliópolis,
aunque
Plutarco
se
refería
al
Fénix
como de origen etíope.
Como
buen
mito
nadie
tenía
claro
como
era
realmente,
aunque
en
general
se
le
describía
como
un
ave
grande
parecida
a
un
águila,
pero
de
una
gran
belleza,
con
la
cabeza
de
faisán,
pico
de
rapaz,
alas
rojas
y
de
un
esplendor
incomparable.
Los
griegos
la
llamaban
Phoenicopterus
(alas
rojas),
actualmente
los
zoólogos
han
adoptado
este
nombre
para
designar
a los Flamencos. Los romanos se referían a ella como Sacrum Soli.
Con
el
tiempo
el
mito
se
fue
adaptando
a
las
diferentes
culturas,
pero
los
rasgos
iniciales
se
mantuvieron
prácticamente
inalterables,
aparte
de
la
belleza
era
un
ave
que
se
creía
que
vivía
entre
500
y
1000
años.
Cuando
ella
se
acercaba
a
su
fin,
hacía
un
nido
con
maderas
y
resinas
aromáticas
que
se
encendía
con
la
exposición
de
los
rayos
solares,
inmolándose
y
al
tercer
día
resurgía
de
sus
cenizas.
Tanto
en
las
religiones,
en
el
filosofismo
o
en
la
literatura
se
ha
mantenido
este
símbolo
de
periodicidad
muerte-
resurrección.
En
Roma
representaba
la
fuerza
vital
continuamente
renovada
del
imperio,
en
este
sentido
se
representaba
en
las
monedas
y
los mosaicos.
En
la
simbología
cristiana,
se
adoptó
como
base
del
renacimiento,
en
este
caso
el
ave
nació
en
el
Edén
bajo
el
árbol
prohibido
y
cuando
Adán
y
Eva
fueron
expulsados
del
paraíso,
cayó
sobre
el
ave
una
chispa
de
la
espada
llameante
del
ángel
y
entonces
recibió
el
don
de
la
inmortalidad
por
el
fuego.
En
los
textos
cristianos
se
menciona
en
la
carta
a
los
Corintios
de
Clemente
de
Roma
95-98
d.C.,
o
Tertuliano
en
De
Resurreccione
Mortuorum,
este
sentido
de
muerte
resurrección
fue
adoptado
sobre
todo
en
la
edad
media
en
las
pinturas
representando
la
vida
renovada,
y
fue
utilizado
a
finales
del
siglo
XVIII
en
la
catedral
de
Barcelona
en
el
Cenotafio Efímero de Carlos III en 1790.
En
la
alquimia
la
transmutación
se
realiza
en
el
Atanor
(Tannu
=
horno
en
árabe),
donde
el
ave
Fénix
simboliza
la
última
fase
del
proceso
alquímico,
la
obtención
de
la
piedra
filosofal,
nacida
del
fuego
alquímico
de
la
transmutación.
EL AVE FÉNIX