Actualmente
pensamos
en
la
Alquimia
como
la
antecesora
de
la
química,
pero
era
una
práctica
multidisciplinaria
que
en
su
época
tenía
mucho
en
común con la astrología, la química, la medicina y el misticismo.
Se
tienen
referencias
del
siglo
III
d.C.,
en
Egipto
y
Grecia,
con
su
desarrollo
más
notable
en
Alejandría,
expandiéndose
hacia
China
y
el
centro
de
Europa;
su
máxima
expresión
en
nuestro
continente
fue
del
siglo
XIII
al
XVII.
En
un
principio
era
un
proceso
generalmente
químico
en
el
que
se
buscaba
la
producción
de
oro,
y
no
fue
hasta
su
llegada
a
Europa que se transformó en un proceso químico-filosófico.
La
iglesia
lo
consideró
una
práctica
herética,
y
los
alquimistas
para
protegerse
la
ocultaron
bajo
una
amalgama
de
símbolos,
y
para
asegurar
su
supervivencia
los
esculpieron
en
la
piedra,
esencialmente
en
las
catedrales,
de
modo
que
para
el
no
iniciado
representaba
solamente
un
proceso artesanal.
Lo
que
realmente
interesaba
a
los
alquimistas
era
la
secuencia
del
proceso
en
sí,
pues
de
acuerdo
con
la
doctrina
de
los
semejantes,
la
transformación
de
los
metales
ordinarios
en
oro,
se
veía
como
un
camino
para
la
Gran
Obra,
o
sea
el
tránsito
del
espíritu
desde
la
ignorancia
a
la
iluminación.
Para
ello
hacían
referencia
a
la
posesión
de
la
piedra
filosofal,
esta
piedra
para
ellos
no
era
un
objeto
físico,
era
una
metáfora
del
potencial
interior
del
alquimista
y
la
comprensión
de
la
finalidad
de
la
Obra
para
conseguir
el Robis final.
Decía
Grillot
de
Givry
haciendo
referencia
a
la
piedra
filosofal:
"No
obtendrás
la
piedra
hasta
que
no
seas
perfecto,
y
nunca
serás
perfecto
si
buscas la piedra por las riquezas que la acompañan".
La
descripción
del
proceso
es
demasiado
larga
y
compleja
para
resumirla
aquí,
pero
la
finalidad
era
alcanzar
de
una
manera
espiritual
lo
que
ellos
llamaban
Robis,
o
el
ser
originario
de
la
creación
antes
de
su
caída,
el
Adam
andrógino
que
representaba
la
unidad
originaria
de
los
principios
masculino y femenino antes del castigo divino.
La
perfección
humana
sólo
la
podemos
encontrar
en
la
imagen
divina
de
su
creador.
Adán
y
Eva
no
serían
nada
más
que
el
resultado
de
una
ruptura
o
desdivinización,
donde
el
Adam
primordial
se
convirtió
en
Adán
y
Eva.
Cuando
el
Génesis
nos
dice
que
Eva
fue
creada
de
una
costilla
de
Adán,
significa
que
el
ser
humano
estaba
en
principio
indiferenciado
y
que
busca permanentemente esta unidad o endiosamiento perdido.
LA ALQUIMIA