Bernardo, conde de la Marca de Tréveris
dijo; "El Mercurio de los Filósofos se
sublima a veces en un cuerpo
resplandeciente y coagulado.
"Ya puedes recoger, Discípulo mío, los
frutos del Magisterio si has ejercido tu
voluntad con habilidad y poder, según las
normas que te he enseñado.
Las diástesis de tu espíritu y de tu alma
te indicarán manifiestamente este
resultado. Cuando todas las
circunstancias de tu vida empiecen a encadenarse siguiendo la expresión
de tus deseos, cuando las dificultades se aplanen milagrosamente delante
de ti, cuando veas que todas las voluntades se doblan ante ti, y que tus
enemigos colaboran inconscientemente en el desempeño de tus proyectos
y a la realización de tu destino, entonces podrás estar seguro de haber
avanzado mucho en la Vía.
Y he aquí la operación final de la Filosofía Hermética, reservada a los que
han llegado al apogeo de la Sabiduría. La confío en tu prudencia y
discreción.
Las fuerzas que has adquirido están en ti en un estado latente, como un
tesoro escondido. Has pulido la Piedra en toda su brillantez a partir del
Mercurio, del Fuego y el Elixir.
Para poner en marcha estas fuerzas secretas hay que conocer y practicar
la Multiplicación de los Sabios.
«Cuando estés en medio de tus hermanos reunidos para la meditación,
con sus corazones perfectamente contritos y sus almas sublimadas, y
juzgues que la atmósfera astral está saturada de intenciones rectas y de
voluntades ardientes, apodérate con ardor y determinación de estas
energías dispersas y reúne en un corriente único que dirigirás a tu gusto y
por medio del cual vehicularás la expresión de tu voto especialmente
formulado».
Te elevarás así entre la tierra y el cielo y se levantará una especie de
columna fluida, toda cargada de tu fuerza volitiva, que animará con un
violento movimiento rotatorio y con el ruido de un torrente o de un viento
impetuoso. A veces se podrá hacer visible al encenderse de repente en
una luz resplandeciente.
Entonces verás como se cumplen grandes cosas a través de ti, y sin que
los hombres conozcan tu poder ni calculen el esplendor de tu alma.
¡Alégrate, pues, hijo mío, porque en tu oscuridad eres uno de los
elegidos, uno de los que saben!
Estás llamado a recoger la herencia, a continuar en tu época la tradición
de los maestros ilustres que te han precedido en el Absoluto.
Mira, Discípulo mío, como te contemplan en su gloria, los Geber y Ramón
Llull, Arnau de Vilanova y Mórian, Artephius, Salomón y María La
Profetisa.
Tú posees su secreto, el arcano supremo, que ellos habían escondido
cuidasosamente a los ojos de la gente y de los hombres vulgares.
Tienes que ser digno de estos maestros soberbios.
Que puedan saludarte con el ósculo de bienvenida cuando entres en el
Absoluto y que nunca te rechacen por perjuro a las tinieblas exteriores.
Grillot de Givry
MULTIPLICATIO