El

frater

Basilius

Valentinus

dice:

"La

voz

melodiosa

de

la

Reina

será

muy

placentera

a

los

oídos

del

Rey

de

fuego;

él

la

abrazará

amigablemente,

por

el

gran

cariño

que

le

tiene,

y

se

embelesará

hasta

que

de

ambos

sea

hecho

un

solo

cuerpo.

"

La

Gran

Obra es una ética trascendental “.

Así,

le

es

fácil

al

Adepto

eliminar

de

su

existencia

los

impedimentos

de

los

pensamientos

superfluos

y

los

seres inoportunos.

Pero

se

encontrará

con

dificultades

serias

si

quiere

reconstituir

en

él

mismo,

el

andrógino

edénico

para

la

asimilación

de

otra

vida

a

la

suya

obedeciendo

la

norma

de

actividad

y

pasividad

a

partir

de

la

cual

se

ha

construido el macrocosmos. Este es el verdadero obstáculo.

Es

inútil,

Discípulo

mío,

que

hagas

las

abluciones

preparatorias,

que

te

revistas

del

vestido

de

lino

sagrado.

Si

tu

corazón

no

es

puro,

el

vestido

no

lo modificará y no lo esconderá a los ojos de la Divinidad.

No

hay

ninguna

pérdida

de

fuerzas

psíquicas

comparable

a

la

que

provoca

la

multiplicidad

de

las

codicias.

Es

un

encantamiento

que

no

pudo

resistir

ni

el mismo Salomón.

"Qui

purus

est,

is

certus

est

augur",

y

es

Paracelso

(1493-1541)

quien

te

lo

enseña, y la palabra de este maestro es preciosa.

No

te

dejes

llevar

por

voluptuosidades

innominables.

No

ciñas

tu

pierna

con

la

liga

de

piel

de

lobo.

Guárdate

de

encender

el

cirio

verde

que

dirige

el

ser

hacia

las

lujurias

tenebrosas.

Teme

los

encantamientos

y

los

filtros

de

amor

y

lleva

en

el

dedo,

el

topacio

que

refrena

la

lubricidad

y

espanta

los

fantasmas

de

la

noche,

no

te

fíes

del

sapo

de

la

bruja

y

no

te

duermas,

como

Merlín

el

Mago,

en

el

bosque

de

Brocéliande

donde

la

pérfida

Viviana

te encantará para siempre.

Si

escoges

una

compañera,

el

lazo

que

te

une

a

ella

debe

ser

indisoluble

porque ambos contemplaréis un día el Absoluto cara a cara.

Con

ella

tienes

que

compartir

las

alegrías

eternas.

Tanto

sus

pensamientos

como

los

tuyos

deben

converger

hacia

la

posesión

del

Absoluto.

Sólo

puedes

vivir

junto

a

aquella

que

camina

contigo,

de

la

mano

por

la

Vía,

de

aquella

que

busca

contigo

la

cosa

de

tres

ángulos

y

te

ayuda

en

la

Gran

Obra.

La

esposa

del

alquimista

es

Pernelle,

discreta

y

sabia,

que

lleva

en

el

dedo

el

anillo

de

la

suprema

alianza,

que

refleja

todos

los

pensamientos

del

maestro

y

vela

a

su

vez

sobre

el

atanor

hasta

el

momento

en

que

la

hora

lo

pide.

Si

has

elegido

mal,

haz

una

última

mirada

sobre

este

misterio

que

no

te

está destinado, rellena tus ojos de su luz y cierra este libro.

Puedes

abandonar

la

Vía

del

Absoluto

al

que

no

llegarás

nunca,

baja

al

infierno,

con

el

ser

inútil

que

has

ligado

a

tu

carne,

con

la

corteza

vacía

que

arrastras

y

entra

en

el

camino

de

la

mediocridad

que

a

partir

de

ahora

es

el

tuyo y de donde no deberías haber salido nunca.

Pero

si

tu

compañera

adorna

verdaderamente

tu

vida,

continúa

con

ella

la

progresión contemplativa hacia el Absoluto.

Ella

ha

de

extraer

de

estas

meditaciones,

mujer

maravillosa,

el

mismo

fruto

que tú.

Pero

no

olvides

que

su

camino

de

perfeccionamiento,

a

pesar

de

la

coincidencia

de

la

meta

final,

es

diferente

al

tuyo,

lo

que

puedes

conocer

si

estudias cuidadosamente su constitución microcósmica.

Paracelso

lo

enseña

expresamente:

"Archaeus

(el

agente

universal)

alius

in

viro, alius in femina ".

Es

de

ti

que

ella

debe

recibir

la

iniciación,

como

la

recibes

de

la

Divinidad.

Acuérdate

de

este

punto

esencial

y

guárdate

de

orientarla

en

un

camino

que

no

sea

el

suyo.

Ponle

la

manzana

de

oro

en

una

mano

y

en

la

otra la antorcha encendida.

La

clave

del

Arte

Mayor

son

el

fuego

y

la

menstruación

disolvente.

Si

los

conoces,

estás

en

la

Vía

Real

y

verás

pronto

el

día

eterno,

el

día

que

no

tiene fin, " qui nescit occasum die ".

Grillot de Givry

CONJUNCTIO

RVM